Desde pequeño compaginó su trabajo como despalillador de tabaco y los estudios.
Ya en 1939 fue elegido a la asamblea constituyente representando al Partido Auténtico, del que fue uno de sus fundadores.
En el exilio tuvo que ejercer diferentes ocupaciones: taxista, mensajero, profesor de español.
Durante toda su vida siempre mantuvo la misma actitud política con respecto a Cuba.
Con su muerte desapareció el último de los 81 asambleístas que redactaron la Constitución del 40 en Cuba.