Después de que su hermana, Luisa Juliana, en 1593 se hubiera casado con el elector palatino Federico IV, ella fue a Heidelberg.
No era hermosa ni tenía dinero, por lo que permaneció soltera hasta una edad más avanzada de lo normal para las princesas de la época.
La fuga le provocó problemas económicos de larga data, y durante muchos años trató de acceder a su herencia y pidió dinero a sus hermanos.
[2] En los años siguientes en Montfort tuvo que luchar con considerables problemas financieros.
En los años 1633-1634 negoció con sus cinco hermanas y su hermanastro, Federico Enrique, por la herencia paterna.