Emeterio Gutiérrez Albelo

Estudia bachillerato en el IES Canarias Cabrera Pinto y magisterio en la Universidad de La Laguna, junto a futuros autores como Luis Álvarez Cruz, Juan Pérez Delgado Nijota, Antonio Dorta o Sebastián Padrón Acosta, ejerciendo la profesión docente durante el resto de su vida en diferentes localidades de la isla.

Durante la segunda mitad de los años veinte, participa junto con los escritores insulares Domingo Pérez Minik y Pedro García Cabrera en la revista Hespérides, de la que es redactor jefe Eduardo Westerdahl.

A la revista Hespérides se deberá la aparición de composiciones como Soneto de la pipa,[5]​ Luces en la noche[6]​ o Leyendo a Francis Jammes,[7]​ las cuales serán incluidas posteriormente por el autor, con variantes, en su primer poemario.

Otros rasgos que ubicarían esta obra «en el camino de la renovación expresiva lo constituyen la fragmentación del discurso, el alejamiento del orden lógico de la frase, las nominalizaciones y las alteraciones semánticas».

Su producción lírica en prensa se regulariza asimismo con poemas como Romanticismo,[17]​ Retrato,[18]​ Elegía entre dos luces[19]​ o Arqueología sentimental.

[27]​ Sus dos libros siguientes, Romanticismo y cuenta nueva (1933), y Enigma del invitado (1936), editados por Gaceta de Arte, constituirían junto a Lo imprevisto (1936) de Domingo López Torres los máximos exponentes del surrealismo poético tinerfeño.

Con motivo del evento, es redactado un Manifiesto surrealista,[28]​ que firman Breton, Péret, así como varios integrantes de la denominada facción surrealista de Tenerife; Albelo, por el contrario, declinaría firmar el documento al encontrarse en desacuerdo con sus proclamas.

En noviembre de 1933 Gutiérrez Albelo publica el poemario Romanticismo y cuenta nueva, que incluirá numerosas composiciones impresas con anterioridad en la revista Gaceta de Arte y La Tarde, así como múltiples poemas inéditos.

Asoma en Romanticismo y cuenta nueva la preeminencia del objeto frente a la despersonalización del individuo, la preocupación por el sentimiento oculto, el despliegue de la cultura popular moderna y su imaginería, así como la naturaleza independiente y variable de los contextos, dentro de una lírica aún propiamente o parcialmente romántica.

En 1937, tras ingresar en la falange española, Gutiérrez Albelo es nombrado delegado local de Prensa y Propaganda, puesto para el que desarrollaría labores informativas.

[37]​ Asimismo, por este trabajo Gutiérrez Albelo sería valorado como un «místico campesino», cuya labor «penetra con un hondo sentido en la naturaleza»; en su ausencia, el autor trastocaría «toda aquella naturaleza, toda aquella vegetación que pierde su sentido biológico, para transmutarse, al pasar por su alma, religiosamente, en pura substancia poética»; el contenido de este libro sería resumido en su totalidad mediante la fórmula «Campesino el poeta, y campesino, Cristo».

A los títulos anteriores se sumarán cinco obras póstumas: Antología poética (1969), Poesía última (1970), El rincón de la amistad (1971), Tenerife y el mar (1973) y Las alas del tiempo (1974).