La talla del Cristo tacorontero se atribuye al escultor Domingo de Rioja.[1] La imagen, llegada a Tenerife desde Madrid en el año 1661 por Tomás Perera de Castro, creó ciertos recelos[2] ya que representa un hombre desnudo abrazado a la cruz, vivo a pesar de sangrar abundantemente por sus llagas abiertas en las manos, pies, rodillas y espaldas, más la de una lanzada en el costado, y cuyo pie izquierdo aplasta una calavera en torno a la cual se arrollaba una serpiente con una manzana en la boca.La extrañeza de los inquisidores aumentaba al considerar cómo podía estar el Redentor a un mismo tiempo triunfando en su Pasión y doloroso, y cómo tal "irregularidad" podía adaptarse al texto escriturístico (Biblia).Más tarde la inquisición autorizó el culto público y solemne a esta representación de Jesucristo.Mención especial merecen los peregrinos que acuden desde la zona del Valle de Güímar, quienes han mantenido la tradición de peregrinar al Santuario del Cristo durante sus fiestas.