[7] Bentley asistió al Vassar College, donde se graduó en 1930 con una licenciatura en inglés, italiano y francés.
[8][9] Sin embargo bajo la influencia de su consejero en la facultad, el filólogo antifascista Mario Casella, con quien tuvo un romance, pasó en poco tiempo al otro extremo del espectro político.
[15] En aquel momento Bentley pensaba que estaba espiando únicamente para el Partido Comunista de los Estados Unidos.
Service and Shipping Corporation, un salario considerable para la época, equivalente a 13.513 dólares de 2016.
[18] Como sea que Bentley adquirió un importante papel en la inteligencia soviética, los soviéticos le dieron el nombre en clave de Umnitsa, que se puede traducir libremente como "chica lista", aunque en algunos casos es más correcto traducirlo por "buena chica".
[19] Silvermaster trabajó con la Resettlement Administration y, más tarde, con la Board of Economic Warfare (Comisión de Guerra Económica).
En ese momento la Unión Soviética y los Estados Unidos eran aliados en la Segunda Guerra Mundial y gran parte de la información que Silvermaster recogía para los soviéticos tenía que ver con la guerra contra la Alemania nazi.
Su nuevo contacto en la inteligencia soviética era Iskhak Akhmerov, el jefe del espionaje clandestino de la KGB, que trabajaba sin cobertura diplomática.
[21] Bentley había sufrimiento episodios de depresión y tenía un problema con la bebida desde sus días en Florencia.
Echaba de menos el trabajo en la Service and Shipping Corporation y los vecinos la describieron como que bebía "a todas horas".
Después de su deserción, Bentley dijo que esto fue lo la volvió contra el comunismo.
[24] A finales de 1944 Bentley recibió la orden de renunciar a todas sus otras fuentes, incluido el “grupo Perlo”, del que se ocupaba desde hacía poco tiempo.
En septiembre se reunió con Anatoly Gorsky, su último controlador de la KGB, y llegó borracha reunión.
Sólo unas semanas después que se hizo público que Luis Budenz, editor del periódico del Partido Comunista (CPUSA) y una de las fuentes de Bentley, había desertado.
Además, debido a la paralización de la actividad del espionaje soviético, la vigilancia del FBI sobre los contactos de Bentley no produjo ninguna prueba que pudiera ser utilizada para procesarlos.
El FBI, los grandes jurados y los comités del Congreso interrogaron finalmente a muchos de estos supuestos espías, pero todos ellos invocaban la Quinta enmienda para no declarar o mantenían su inocencia.
En estos cables mencionaban a Bentley con el nombre en clave que ella había indicado al FBI y se mencionaban varios de sus contactos y documentos obtenidos a través de ella.
[29][30] Sin embargo Venona era considerado tan secreto que el gobierno de Estados Unidos no estaba dispuesto a exponerlo utilizándolo como prueba en un juicio.
El decididamente anticomunista New York Journal-American la describió como una "hermosa neoyorquina rubia y de ojos azules" que "sedujo" a sus contactos para obtener información, mientras que A. J. Liebling, de The New Yorker, ridiculizó su historia y la llamó la "Mata Hari picante".
[33] Por su parte Bentley se retrató a sí misma como una mujer ingenua e inocente, corrompida por sus profesores izquierdistas del Vassar College y seducida por Golos para utilizarla en sus trabajos de espionaje.
El presidente Truman en un momento se refirió a su testimonio como una "cortina de humo" inspirada por los republicanos.
Por su parte los republicanos acusaron a Truman de "encubrir" el espionaje comunista.
Su testimonio se empleó para desarrollar dos puntos de la acusación: el primero, la proclividad de los comunistas estadounidenses para espiar a favor de la Unión Soviética y, en segundo lugar, para inducir a pensar al jurado, aunque sólo vagamente, que podía haber una conexión entre Julius Rosenberg y Golos.
Continuó bebiendo mucho, estuvo involucrada en accidentes de coche y tuvo una relación con un hombre que la golpeó severamente.
La defensa de Remington afirmaba que nunca había manejado ningún material clasificado, por lo que no podía haber entregado ese género de material a la señorita Bentley.
Entre ellos estaban Elizabeth Bentley, Ann Remington, el profesor Howard Bridgman, de la Universidad de Tufts, Kenneth McConnell, un organizador comunista de Knoxville, Rudolph Bertram, Christine Benson, que trabajó con él en la Tennessee Valley Authority y Paul Crouch, que le proporcionó copias la edición meridional del periódico comunista Daily Worker.
"[44] Bentley no había mencionado eso en ninguno de sus testimonios anteriores ni en las sesiones informativas y no había pruebas en aquel momento de que Bentley hubiera tenido ningún papel en esa transferencia.
"[47] Puesto que Bentley era el contacto de la Unión Soviética con Silvermaster en aquel momento, su participación en este incidente estaba justificada.
[50][51] Sin embargo, en su biografía de Bentley, Kathryn Olmsted observa un fuerte contraste entre el artículo que anunciaba la muerte de Bentley y el referido a Whittaker Chambers, que había muerto dos años antes.
Con estas revelaciones se confirmó definitivamente la veracidad del conjunto de las revelaciones de Bentley y, además, se hizo necesario un cambio sustancial en la evaluación del impacto que su deserción tuvo en el espionaje soviético contra los Estados Unidos.