[1][7] Su talento artístico se dio a ver cuando ella era una niña, ganándose el apodo de La Nena Huerta.
[2] Sin embargo, la muerte de su padre afectó fuertemente a la situación económica de la familia y tuvo que trabajar en varios puestos simples (operadora telefónica, por ejemplo) para poder vivir y pagar su educación artística.
[1][2][8] Al terminar sus estudios en Saltillo, ella se mudó a la Ciudad de México, donde tomó varios cursos en pintura y escultura en la Academia de San Carlos.
[1][7] Huerta tuvo opiniones políticas muy fuertes cuando era joven, siendo activista de izquierda.
Durante la Segunda Guerra Mundial ella viajó a Europa del Este y se quedó dentro de la Unión Soviética con sus hijas.
[2] Durante la mayor parte de su vida laboral, Huerta se dedicó a enseñar, especialmente en dibujo y pintura.
Junto con Germán Cueto, Lola Cueto, Angelina Beloff y Leopoldo Méndez, fundó la Compañía de Teatro Infantil, el cual fue inaugurado con la obra El gigante Melchor.
Fue entonces que regresó a trabajar con el Taller de Gráfica Popular.
Las negociaciones para su primera obra pasaron por varios presidentes municipales, oficiales del estado y directores de instituciones culturales federales.
Trabajó en este proyecto con su hija Electa y pintor Eloy Cerecero.
[1][7] Casi inmediatamente después comenzó su proyecto del Instituto de Ciencias y Artes junto con María Romana Herrera, la hija de su antiguo profesor y Chacha Martínez Morton.
Colaborando con los pintores Nea Murguía, Cuauhtémoc González, Manuelita Sánchez, Moisés dela Peña y Jesús Negrete, la obra cubre 400 años de historia desde que se fundó la ciudad.
[1][9] Su muralismo es fiel al movimiento muralista Mexicano y ella es considerada como una de los artistas que trabajó para mantener la tradición al igual que mostrar influencias del arte soviético.