Su base legal fue la Constitución española de 1876, vigente hasta 1923 en la conocida como Restauración borbónica en España.
Como sucedió en todas las elecciones durante la restauración borbónica en España en estas el resultado estuvo determinado de antemano («encasillado») gracias al sistemático fraude electoral realizado mediante la red caciquil extendida por todo el territorio.
En estas elecciones, como en el resto, el gobierno que las convocó las ganó, ya que en el régimen político de la Restauración los gobiernos cambiaban antes de las elecciones y no después como sucedía en los regímenes parlamentarios (no fraudulentos).
Esta decisión provoca graves disturbios en Madrid a principios del mes de febrero y provoca la caída del gobierno de Silvela.
Desconocemos los datos de la abstención y como era costumbre de la época se presupone una ostensible manipulación, con una victoria aplastante de los liberales dinásticos, obteniendo la necesaria mayoría para el ejercicio del gobierno: 233 escaños.