El carro de heno

Se hizo una copia (ejecutada en el taller del pintor por un ayudante que conocía en profundidad la técnica del maestro y que, con toda probabilidad, se realizó bajo la supervisión de éste)[2]​ que quedó en dicho monasterio, trasladándose el original a la Casa de Campo primero y a la colección del Marqués de Salamanca después.

[1]​ Con el comienzo de la Guerra civil española fue trasladado al Museo del Prado, para que su conservación fuera mejor, y es donde sigue estando en la actualidad.

En esta obra las figuras alargadas con perfiles sinuosos son aún de matriz gótico internacional.

Un campesino toca la gaita sentado al pie de un árbol, donde también podemos destacar un crucifijo en un pequeño altar.

El padre José de Sigüenza, a finales del siglo XVI, consideró que estas criaturas simbolizaban los diversos vicios:

Se retrata cómo los más poderosos, como por ejemplo emperadores, reyes, y papas que encontramos en la izquierda del cuadro, no tienen problemas para alcanzar su «ración de placer», mientras que las clases menos pudientes de la sociedad no lo tienen tan sencillo, y tienen que pisotearse o matarse e incluso son atacados por demonios para poder alcanzar algunos de esos «placeres».

La temática del cuadro se debe en gran parte a que el Bosco fue un pintor moralizante y crítico con la sociedad de su tiempo, y este cuadro es un fiel reflejo de su actitud al respecto.

También en su más famoso tríptico, El jardín de las delicias, utilizó los mismos principios moralizantes que se vuelven a ver representados en este cuadro.

Tríptico del Carro de Heno cerrado.