Ese mismo año la editora de Gallimard, Ugné Karvelis, había rechazado su publicación en Francia, en desacuerdo con la lectura política que proponía la novela respecto al personaje de Valentín, el joven revolucionario.
Por otro lado, la edición crítica publicada en la colección Archivos en 2002, coordinada por José Amícola y Jorge Panesi, recupera los manuscritos y notas que Puig tomó durante la preparación de la novela, en 1973, cuando se entrevistó con varios presos políticos en Argentina.
En estas notas no se registra ninguna mención a González de Alba.
La novela, prohibida en los años 1970 por la dictadura militar argentina (país de origen de Manuel Puig) fue llevada al cine en 1985 por el director Héctor Babenco y protagonizada por Sônia Braga, William Hurt y Raúl Juliá, con un gran éxito internacional.
En 1982 Puig escribe una adaptación al teatro, que es representada en Valencia y Madrid, protagonizada por Juan Diego (Valentín) y Pepe Martín (Molina), con dirección de José Luis García Sánchez.
Cinco años después Puig publicaría el texto de la obra, con importantes modificaciones.
[3]El mismo director del montaje en Broadway, Harold Prince, dirigió la puesta en Argentina, protagonizada por Valeria Lynch, Juan Dartés y Aníbal Silveyra.
En los primeros capítulos, Puig nos hace ver las personalidades de ambos personajes: Valentín Arregui y Luis Molina.
Valentín Arregui tiene 26 años y es un preso político perteneciente a una organización de izquierda marxista, detenido sin orden judicial por la dictadura gobernante.
El crimen que ha cometido es completamente pasional: «se encariñó» con un muchachito.
Las reacciones frente a las películas que Molina le contaba a su compañero cambian conforme avanza la novela: al comienzo le escucha con interés y con el solo objetivo de entretenerse, mientras que Molina le cuenta las películas para hacerle ganar confianza y caerle bien a Valentín.
Pero no son solamente estos elementos los que hacen que los personajes a veces parezcan uno solo, o se confundan entre ellos: no existe un narrador que indique quién habla antes de cada parlamento y esto genera muchas veces el efecto de confusión, en especial cuando ambos están tratándose con cariño, pues es verdad que al comienzo de la novela, debido a los caracteres de los personajes se podía deducir a quién pertenecía cada parlamento, pero a Molina no se le puede confundir con nadie más que con Valentín, porque cuando habla con el director de la cárcel, los parlamentos están etiquetados a modo de teatro, es decir, no puede caber la confusión entre ambos personajes, cosa que sí puede pasar (y pasa) con el diálogo Valentín-Molina.
Pero me llevé la mano a mi ceja, para tocarme el lunar…, que no tengo.
Es en este punto en el que Valentín cambia casi completamente, y junto con Molina, ambos empiezan a contagiarse de manera más notoria.
Luego de pedírselo, hablan un rato y tienen relaciones sexuales, en las que se funden en cuerpo.
Molina no lo hará pensando en la lucha popular, sino movido por el amor que siente hacia su preso amante.
Durante la narración, el lector descubre que Valentín simpatiza con la secretaria del marido por su amor perdido, Marta.
La tercera historia que relata Molina, basada en la película La casita encantada (1945), se la recita a sí mismo.
Con la ayuda de su amante, el niño intenta rescatar a su padre, que acaba muriendo en un tiroteo con la policía.
Basada en la película Caminé con un zombi (1943), la quinta historia trata sobre un hombre rico que se casa con una mujer y la lleva a su isla natal.
Enamorado, evita que su periódico publique una historia potencialmente dañina sobre la mujer.