En febrero de 1945 Borges le escribió a Canto: „No te he agradecido aún la alegría que tu carta me dio.
[1][2][3] Hay dos epígrafes que, como es habitual en Borges, están escritos en la lengua original, en este caso, el inglés.
podría estar yo encerrado en una cáscara de nuez y me tendría por Rey del espacio infinito".
Resulta llamativo que a la cita le falte una línea, "were it not that I have bad dreams" ("si no fuera porque tengo pesadillas").
[6] En sus encuentros con Daneri, escucha sus monólogos, cuya exposición es vasta y pomposa, así como ineptas sus ideas.
[7] Meses después, Daneri le avisa acongojado que la casa de la calle Garay va a ser demolida.
Si para Borges esa vivienda "aludía infinitamente a Beatriz", para Carlos Argentino es imprescindible para terminar el poema, ya que en un ángulo del sótano, habría un Aleph.
"Arribo, ahora, al inefable centro de mi relato... ¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph?
"En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia.
[10] Borges describe al Aleph como una "pequeña esfera tornasolada", de unos dos o tres centímetros e intolerable fulgor.
[11] Interrogado por Daneri, Borges no niega haber visto el Aleph, pero su respuesta es ambigua y le resta importancia a lo acontecido.
[18]Borges negó la interpretación de Monegal -Beatriz: Beatrice; Daneri: Dante-, pero en los Nueve ensayos dantescos (1982) que recopiló Marcos Ricardo Barnatán el vínculo es transparente.
[20] Su relación con Beatriz está caracterizada por una irónica melancolía: "muerta yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación...No estaría obligado, como otras veces, a justificar mi presencia con módicas ofrendas de libros: libros cuyas páginas, finalmente, aprendí a cortar, para no comprobar, meses después, que estaban intactos... había en su andar (si el oxímoron es tolerable) una como graciosa torpeza, un principio de éxtasis... una niña de una clarividencia casi implacable, pero había en ella negligencias, distracciones, desdenes, verdaderas crueldades, que tal vez reclamaban una explicación patológica... vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino... vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo.
Borges confesó en una entrevista con Osvaldo Ferrari: "Con cierta tristeza descubro que toda la vida me la pasé pensando en una y otra mujer.
Creí ver países, ciudades, pero siempre hubo una mujer para hacer de pantalla entre los objetos y yo.
Ilusión que las alas tiende / En un frágil moño de tul / Y al corazón sensible prende / Su insidioso alfiler azul.
Borges está presente no solo porque escribe en primera persona, sino por ciertos datos que son autobiográficos.
Narra en el Aleph "mi obra Los naipes del tahúr no logró un solo voto".
Tampoco es difícil descubrirlo en la observación: "Daneri aprovechaba, hasta hace muy poco, las noches y las fiestas para no salir de su casa".
En un epílogo de 1949, Borges anota que en «El Aleph creyó ver algún influjo del cuento.