El Renacimiento (revista)

Era necesario un intento de paz entre los mexicanos, que dejaran las armas y se unieran para el progreso común del país.

Este es el antecedente directo de las nuevas voces mexicanas que influyeron más tarde.

Durante estas veladas, los jóvenes emprendedores, con Altamirano dando la iniciativa, decidieron crear un órgano serio, organizado y comprometido con las letras con el que se declararía la independencia cultural de México.

Muerto Maximiliano de Habsburgo y restaurada la república, aunque su periodo constitucional había acabado, Benito Juárez asumió la presidencia.

Cuando regresó el presidente a la Ciudad de México, el liberalismo ilustrado fue reuniéndose; Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio y Altamirano, prestigioso entre los jóvenes escritores, puente entre la vieja y la nueva generación que formaban, entre otros, Justo Sierra, Manuel Acuña, Luis Gonzaga Ortiz, Manuel M. Flores, Agustín F. Cuenca y Juan de Dios Peza.

Zarco, desde el siglo XIX, quería mediar entre los bandos, para evitar poner en peligro al país si esto no sucedía.

Fue un llamado a abandonar la guerra y la violencia, cambiándolo por la pluma, que representaría la unión de una sola voz mexicana.

Para Justo Sierra, su significación histórica estriba en lo que él llamó: “emancipación paulatina de lo europeo”.

Más tarde se agregó el boletín bibliográfico, que daba a conocer los títulos de libros publicados recientemente, y apuntes biográficos, con textos dedicados a autores destacados de la literatura nacional y extranjera.

Después de haber cumplido con sus propósitos, la revista suspende su publicación dejando su influencia en próximos periódicos.

Con esto se abre paso a la Revista Azul y al modernismo mexicano.

La revista había plantado la semilla del conocimiento y el trabajo en los nuevos escritores.

Ignacio Manuel Altamirano, fundador y editor de El Renacimiento