En otras palabras, las personas tienden a desarrollar una preferencia por determinados estímulos simplemente porque están familiarizados con ellos.
En la psicología social, este efecto se denomina a veces «principio de familiaridad».
La primera investigación conocida del fenómeno fue llevada a cabo por Gustav Theodor Fechner en 1876.
Las consecuencias de las exposiciones repetidas benefician al organismo en sus relaciones con el entorno inmediato.
Permiten al organismo distinguir entre objetos y hábitats que son seguros de los que no lo son, y constituyen la base más primitiva de los vínculos sociales.