En una ocasión, ordenó regar la voz de que existían vampiros en la zona ocupada por los rebeldes comunistas, luego hizo prisioneros a varios indígenas, les abrió dos agujeros en el cuello a cada uno y los colgó por los pies con la cabeza hacia abajo hasta que murieron desangrados, y luego ordenó dejar los cadáveres en lugares donde sabía que los encontrarían los rebeldes.
El objetivo era que los Huk sintieran temor de salir a realizar ataques nocturnos.
Pocas personas, fieles a Bao Dai, desobedecieron ganándose la golpiza de sus vidas.
Esta teoría esta originada en la declaración sobre la presencia de Lansdale en el lugar del crimen, la Plaza Dealey, realizada por un exempleado suyo, L. Fletcher Prouty, que lo reconoció en una fotografía tomada ese día por un fotógrafo del Dallas Morning News inmediatamente después del asesinato, que lo muestra de espaldas.
La foto ha sido corroborada por un colega de Lansdale en el Pentágono, el teniente general Victor H. "Brute" Krulak.
Daniel Ellsberg, que asesoró a Oliver Stone en JFK, trabajó para Lansdale en Vietnam y le recomendó a Stone no incluir esa parte por pensar que Lansdale no estuvo implicado en la conspiración.