Ayudó a muchas víctimas de los nazis en la Francia ocupada, incluido el filósofo católico Dietrich von Hildebrand.
En el camino hacia una posible canonización, dos hechos podrían obstaculizar su aceptación: no se le ha podido atribuir ningún «milagro» (ordinariamente, para ser canonizado, se requiere haber realizado al menos dos) y la orden que restablecía la pena de muerte en materia política, firmada por él durante la guerra de Argelia.
[9] Su papel como Ministro de Justicia aún hoy genera polémica, especialmente por haber enviado una carta al fiscal Antonin Besson solicitando la pena de muerte para los generales golpistas.
Edmond Michelet había mandado construir la capilla en 1959, a unos cien metros de su casa en Marcillac.
Entre los homenajes y los telegramas recibidos se encuentran los de Georges Bidault, Henri Frenay, Marcel Paul, Alain Poher, Édouard Balladur, Geneviève de Gaulle-Anthonioz, entre otros.
El colegio y la place Edmond-Michelet de París también le rinden homenaje.