Edith Grøn

En 2020 el escritor nicaragüense José Adiak Montoya publicó la novela "Aunque nada perdure", basada en la vida de la escultora.

[2]​ En 1923, emigró a Nicaragua con sus padres Vilhelm Andersen Grøn y Sofíe Rasmussen, y su hermano menor Niels Aage Frederik Grøn, como consecuencia de la grave situación económico-social que sufrió Dinamarca durante la Primera Guerra Mundial.

Tenían por costumbre cerrar el negocio todos los miércoles, día destinado a un merecido descanso.

El arte sería su refugio, pero también el instrumento perfecto para enfrentarse a una realidad humana y una naturaleza siempre intercambiables.

Desde ese instante, la escultura se convertiría para Edith en el amor de su vida.

Ya en México D.F., en lo que era la vieja Academia de San Carlos, anexa a la Universidad Autónoma estuvo al lado de nombres tan importantes en su época como Fidias Elizondo, Ignacio Asúnsolo y Luis Ortiz Monasterio, principales renovadores del lenguaje escultórico postrevolucionario.

La escultura de figuración practicada por Edith Grøn requería una honestidad técnica que no podía comprometerse con aquellos.

Si bien en el último tramo de su vida artística realizó numerosas pinturas, dibujos y taraceas en madera, es más conocida por sus esculturas.

En aquella, que sería su primera exposición individual presentó, un total de treinta y tres piezas, entre las que destacarían los bustos de D. Pablo Antonio Cuadra o del Capitán Bernardo J. Galo.

Otro elemento por el que valía la pena el riesgo era la integración de la base en la propia escultura.

Desde muy temprana edad, Edith Grøn comenzó a interesarse por la obra y el pensamiento de Rubén Darío.

[1]​ Desde un principio establecería una especie de simbiosis que le permitiría entrar en contacto directo con la personalidad del poeta, con su fisionomía más íntima, con su obra poética, con su sinestesia, mediante la que el poeta logra asociar sensaciones propias de los diversos sentidos: especialmente la vista (la pintura) y el oído (la música); su erotismo, su exotismo, su ocultismo, sus temas cívicos y sociales, como más representativos.

Edith Grøn representó a los héroes nacionales nicaragüenses:[1]​ También, al último caudillo de América, el General Emiliano Chamorro Vargas conocido como "El Cadejo".

Retrato de Rubén Darío tallado en mármol blanco de Guatemala.
El relevo, alegoría al Progreso, plaza Parque del Palacio de Comunicaciones, Managua.