No poseía nombre propio, solo se le denominaba así por morar en esas tierras.
[3] Apolonio también le atribuye una naturaleza excepcional: «tampoco es fácil apoderarse del vellón al margen de Eetes: tal es el dragón que lo guarda alrededor en torno suyo, inmortal e insomne, al cual engendró la propia Gea en las laderas del Cáucaso bajo la roca Tifonia, donde cuentan que Tifón, herido por el rayo de Zeus Crónida cuando extendió contra él sus robustos brazos, de su cabeza derramó ardiente sangre».
Allí, enroscado sobre una enorme encina, se encontraba el dragón, echado sobre la piel dorada que refulgía como los destellos de un atardecer rojizo.
Tendía su larguísimo cuello la serpiente, que vigilante con sus ojos insomnes, los había visto venir.
Después Medea, llamada por Jasón, le siguió a la nave, y la expedición partió lejos de Cólquide.