John Dos Passos

E. Cummings, Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway entre otros muchos contemporáneos de los que dejó agudos retratos en su autobiografía Años inolvidables.

En la capital francesa entró en contacto con las corrientes innovadoras en todos los frentes artísticos, llegó a participar como pintor de decorados en los ballets rusos.

[4]​ Tras el modesto éxito de Tres soldados (1922), publicó en 1925 la novela que le dio fama y relevancia mundial: Manhattan Transfer, escenario por el que deambulan diversos personajes, con breves relatos fragmentarios cuyo conjunto da una idea coral del Nueva York de los «locos años 20».

Dos Passos, que siempre mantuvo una ideología independiente, cercana al socialismo, decidió visitar la Unión Soviética en la primavera de 1928.

De regreso en Estados Unidos, sin sufrir los reveses de la Gran Depresión que marcaría a toda una generación artística, Dos Passos y Kate alternaron residencia entre Nueva York y Key West, donde solían coincidir los inviernos con la familia Hemingway.

En 1932, recién estrenada la Segunda República, Kate y John vuelven a visitar España, recuperando su relación con José Giner, entonces conservador del Palacio Real de Madrid (convertido en «palacio nacional»), y entrevistándose con el presidente Azaña.

[8]​[9]​[10]​[11]​[12]​ En ese viaje se produjo su alejamiento de Hemingway, por la escasa sensibilidad del escritor ante el sufrimiento humano (tal y como recuerda Dos Passos en su obra Años inolvidables).