Blaise Cendrars

Tras enrolarse en la Legión Extranjera, participó en la Primera Guerra Mundial en la que perdió el brazo derecho, amputado en 1915 por debajo del codo (antebrazo).

Cruza Alemania y llega a Moscú, en plena efervescencia revolucionaria, viaja en el Transiberiano para hacer negocios en Asia.

Todo lo que vive en estos años influirá mucho en el sentido de su vida.

Tras una corta estancia en París, regresa a San Petersburgo, en donde escribe su primera novela, Moganni Nameh que no se publicará hasta 1922, en 4 entregas en la revista Les Feuilles libres, y se sumerge en la lectura de Schopenhauer; una revelación se aparece en una frase de este que ilumina su relación con la realidad: "el mundo es mi representación".

Con esta publica en 1913 su Prosa del Transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia, primer libro simultáneo (el texto y la imagen están estrechamente relacionados para producir en el lector una nueva emoción artística) que originará una encendida polémica.

Publica La Guerra en Luxemburgo (el jardín), y un largo texto en prosa: He matado, primer libro ilustrado por Fernand Léger, que se puede incluir entre las páginas más bellas que se hayan podido escribir acerca de la guerra: Profundo hoy confirma su interés por una visión poética de la modernidad.

Se interesa además por el cine y publica un guion: El fin del mundo filmado por el ángel de Notre-Dame, también ilustrado por su amigo, Fernand Léger.

Su tercer poema "homérico", Panamá, o las aventuras de mis siete tíos aparecerá en 1918.

Los modernistas de São Paulo lo invitan en 1924 y viaja a Brasil, en donde conocerá entre otros al pintor Cicero Dias.

En los años 1970 los estudiosos descubrieron que había inventado en esa ocasión la técnica del collage recortando y agrupando frases del Misterioso doctor Cornélius la novela popular de Gustave Le Rouge.

La invasión alemana le afectará mucho, se exiliará a Aix-en-Provence y durante tres años no escribirá nada.

Tras ese largo silencio publicará El hombre fulminado, La mano cortada, Bourlinguer y La urbanización del cielo que forman una tetralogía.

De hecho están escritas como si fueran obras musicales, con su ritmo, sus 'cuadros' numerados, los párrafos y las frases medidos: Cendrars se reencuentra con su formación musical, perenne en su escritura, pero que adopta una nueva dimensión en estas grandes novelas relacionadas con su vida.

Tumba de Blaise Cendrars en Le Tremblay-sur-Mauldre .