De Sorgina «bruja» y etxe, sufijo vasco que significa «casa».
En la segunda mitad del siglo XIX se sucedieron los descubrimientos de nuevos monumentos megalíticos.
Diez años después, en 1889, Julián Apraiz Sáenz del Burgo estudia el monumento de Entzia.
En este lugar enterraban a sus seres queridos los antiguos pobladores del valle, ganaderos en su mayoría.
[3] Monumento funerario bien conservado, está formado por cinco piedras calizas verticales, y la que las cubre, alcanza en su punto más alto 2,3 m.