Doctrina social de la Iglesia sobre el trabajo
El trabajo, según la doctrina social de la Iglesia, es clave fundamental de toda cuestión social, por lo que su conformidad con lo que el Evangelio enseña acerca del hombre es objetivo principal del Magisterio eclesiástico.También Aristóteles concebía el trabajo como una carga que dificultaba la labor intelectual.[cita requerida] También San Pablo refiere con orgullo su anterior labor manual.Ya en 1891, la encíclica Rerum Novarum, de León XIII, reivindica unas condiciones laborales dignas, así como un salario justo.En sentido antropológico, la justicia va más allá del binomio prestación – contraprestación, sino que conduce a la solidaridad entre los seres humanos.[5] Por tanto, la injusticia es un pecado, cuya gravedad se ajustará a los debidos patrones.El hombre se realiza a sí mismo en ese trabajo diario.Por lo anterior, serían condenables unas condiciones de trabajo simplemente porque han sido aceptadas o pactadas.Existe una responsabilidad social de la empresa, pues su actividad repercute en la sociedad en su conjunto, por lo que hay que tener presentes aspectos tales como la calidad y la protección del medio ambiente.Presionar a una persona con constantes evaluaciones que pueden suponer su despido impide que el trabajo sea un factor de estabilidad y desarrollo personal.Sin embargo, en sentido subjetivo, el trabajo se contempla en cuanto actuar humano, labor que corresponde a su acción racional como persona.[12] Este último aspecto es el que da al trabajo su peculiar dignidad.El carácter subjetivo o personal del trabajo le confiere un papel superior a los demás factores de producción, y en particular, con respecto al capital.Actualmente se siguen dando muchas formas de discriminación, debido, en buena parte, a una serie de condicionamientos históricos perniciosos: “olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud”.[15] Reconocer en la práctica los derechos de la mujer supone obrar con justicia en parcelas tales como la retribución económica y la seguridad social.En la actualidad se dan altos índices de desempleo, especialmente entre los jóvenes.Esta situación puede conducir a una merma en la realización personal y profesional.Tal peligro puede afectar también a mujeres, discapacitados, inmigrantes y personas con riesgo de exclusión social.En cuanto al derecho de huelga, el Magisterio reconoce la legitimidad de la misma “cuando constituye un recurso inevitable, si no necesario para obtener un beneficio proporcionado”,[18] tras haber intentado todas las demás vías para superar el conflicto.Incluso en este caso, debe ser siempre una forma pacífica de reivindicación.En bastantes ocasiones la propiedad queda alejada de las consecuencias que produce en personas y sociedades.En todo caso, es imprescindible la tutela de los derechos y la equidad, también en la era actual.El sector de servicios adquiere una importancia creciente en detrimento del modelo económico vinculado a la gran fábrica.