En el año 1700, Fray Isidoro de Sevilla (fraile capuchino) tuvo un sueño en el que se le apareció la Virgen María en un paisaje campestre, rodeada de árboles y ovejas, vestida con una túnica púrpura, una mantilla azul y portando en su mano un cayado pastoril, y a su lado un lobo amenazante escondido entre los arbustos, representando las acechanzas del demonio.
La virgen en su advocación de Pastora recibía por primera vez culto público en un día memorable, pues se daba comienzo a una devoción mariana ligada por su origen a los misioneros capuchinos, quienes se encargarían de propagar la nueva advocación en Europa y América.
Años más tarde, el escultor Francisco Ruiz Gijón, esculpió la imagen tamaño natural de la Divina Pastora.
Y en el año 1705, la imagen fue llevada a su primera procesión en este país europeo.
Los envíos se hicieron y los cajones contentivos de las imágenes llegaron al mismo tiempo, pero cambiados, es decir, la Divina Pastora llegó a Santa Rosa y la Inmaculada Concepción a la parroquia Concepción (siendo la analogía del nombre una posible causa de la confusión).
Cabe destacar que el nicho del terremoto reposa en el Museo de Santa Rosa.
Buscaba realzar la rogativa, promoviendo el encuentro de ambas imágenes ante la Cruz Salvadora.
El padre Yépez, acompañado del presbítero José María Raldiriz, su amigo y colaborador más inmediato, presidió la ceremonia mientras los feligreses oraban, implorando el cese de la epidemia.
Esa es la tradición que ha perdurado hasta el presente, grabada en la memoria colectiva de los barquisimetanos.
dando inicio con la última misa realizada en las afueras del templo de Santa Rosa.
La Virgen comienza su peregrinar por la Avenida Lara hasta la Plaza Macario Yépez, punto que en décadas anteriores representaba la entrada a la ciudad.
Obras tan relevantes como una sanación hasta un simple acompañamiento espiritual son inmensamente agradecidos por sus devotos.
[3] Por otra parte imágenes de Nuestra Señora de Coromoto como Nuestra Señora del Rosario,[4] y el beato José Gregorio Hernández[5] en los estados Yaracuy y Portuguesa también recibieron atentados vandálicos.
Dadnos, Virgen, la paz que anhelamos Y con ella la dicha eternal, Cómo siempre nosotros te amamos dulce madre de todo mortal.