Dios es el Ser imperecedero y no originado del que procede toda la existencia.
Es descrito como “un Dios personal, incognoscible, inaccesible, la fuente de toda Revelación, eterno, omnisciente, omnipresente y omnipotente”.
Dios comunica su voluntad y su propósito a la humanidad a través de intermediarios, conocidos como Manifestaciones de Dios, que son los profetas y mensajeros que han fundado las religiones desde tiempos prehistóricos hasta el presente.
Tal concepción del Ser Divino, como la Realidad Suprema y siempre presente en el mundo, no es antropomórfica, ya que trasciende todas las limitaciones y formas humanas, y no intenta por medio alguno definir la esencia de la Divinidad, que está evidentemente más allá de toda comprensión humana.
Las enseñanzas bahá’í enseñan que uno puede desarrollar una relación cercana con Dios a través de la oración, la meditación, el estudio de las escrituras sagradas y el servicio a la humanidad.
Al revelar la voluntad de Dios, esas Manifestaciones establecen la religión en el mundo.
Ejemplos de atributos divinos descritos en la escritura bahá’í incluyen la omnipotencia, el amor infinito, la misericordia, la compasión, la gloria.
Junto con esos nombres, Dios es referido en el lenguaje local, por ejemplo Ishwar en hindi, Dieu en francés y God en inglés.