Diego Lobato

Para ese entonces fue residente en Quito, y le había sido otorgada, como parte del botín, al conquistador Lobato.Su educación la hizo en el famoso colegio franciscano de San Andrés, donde se educaban "hijos de caciques, indios nobles y niños pobres españoles", que había sido fundada por Gil Ramírez Dávalos e impulsada por Jodoco Ricke.[2]​ Desde los ocho años, el mestizo Diego sirvió en la catedral como sacristán y cantor; desde entonces aspiró al sacerdocio para buscar "la conversión de los naturales".Debido a su condición de mestizo e hijo ilegítimo, necesitó un permiso especial para recibir la ordenación sacerdotal.Como sacerdote durante la Cuaresma sus sermones tenían una frecuencia de tres o cuatro veces en general y después confesaba a indígenas, caciques y a otros miembros del Obispado.Para las composiciones, sus cantores adultos (cantaban niños los registros altos) eran dos indios y Remando de Trejo, quien, sin embargo, tuvo que ser despedido en diciembre.Ahí se puede leer el hecho de que conoció personalmente a Díaz Arias quien sería su mecenas.Sobre él existe la siguiente referencia:[3]​"Amicísimo del coro; todos los días no faltaba misa mayor y vísperas... los sábados nunca faltaba a la misa de Nuestra Señora: gran eclesiástico, su iglesia muy bien servida, con mucha música y muy buen canto de órgano "Su rol como mecenas tiene un enorme mérito, pues los fondos no eran abundantes para la Catedral que, a su muerte, todavía estaba lejos de estar terminada.Esto no fue sin contratiempos puesto que su deferencia para con Lobato molestaron a Ordóñez Villaquirán que, el 22 de mayo de 1577, propuso contratar los servicios de "un pobre organista ciego", que sólo tocaría por 60 pesos al año, disminuyendo los gastos pero bajando mucho la calidad del servicio.Sus reclamos tuvieron efecto puesto que dos meses después, el cabildo propuso pagar a un solo capellán cantor, en lugar de los seis que estaban designados por el cabildo fundador.También lograron subir el sueldo del maestro de capilla a 150 pesos anuales.Peor aún, el donativo de 100 pesos de los funerales importantes no dejaba mucho espacio para los músicos una vez que los dignatarios y otros miembros del cabildo, más antiguos, cobren con prelación su parte.De esta manera se consolidaba como la persona que controlaba la música y su presencia era muy frecuente logrando destacar.Por si todo esto fuera poco, se buscó aprovechar todo el talento de Lobato por lo que el cabildo comunicó que cuatro días después, debía comenzar a enseñar a seis niños de coro.Fue pues junto a Francisco de Atahualpa un gran colaboracionista durante esos primeros años.
Catedral Primada de Quito , donde trabajaría por muchos años Diego Lobato