Es un oxidante fuerte y en contacto con sustancias orgánicas puede producir explosiones e incendios.
Es fundamentalmente conocido por su uso en la demostración de la descomposición térmica de una sustancia, ya que al ser calentada o encendida por una llama, se produce la reacción:
En contacto con la piel se produce sensibilización y puede provocar alergias.
En el cuerpo son confundidos por los canales iónicos con el sulfato y pueden llegar así hasta el núcleo de la célula.
Allí son reducidos por la materia orgánica presente y el cromo III formado, ataca a la molécula de ADN.