Esta legislación o regulación no es homogénea y varía de un país a otro (existiendo notables diferencias).En 1833, Eugène François Vidocq, soldado, criminal y corsario francés, fundó la primera agencia de detectives privados conocida, «Le Bureau des Renseignements Universels pour le commerce et l'Industrie» («La Oficina de Información Universal para el Comercio y la Industria») para la cual contrató a expresidiarios.Fue condenado a cinco años y multado con 3.000 francos, pero el Tribunal de Apelación lo puso en libertad.Field se hizo amigo de Charles Dickens, y éste escribió artículos sobre él.En 1862, uno de sus empleados, el húngaro Ignatius Paul Pollaky, renunció para crear una agencia rival.[2] Durante los disturbios sindicales en Estados Unidos a finales del siglo XIX, los industrialistas contrataban a agentes de Pinkerton como agentes encubiertos para infiltrarse y perturbar la actividad sindical o actuar como guardias armados en las fábricas.Un detective puede sufrir sanciones por parte de la administración de justicia si comete un hecho tipificado como ilegal o como delito sino es los suficientemente diligente en su profesión, lo cual hace que la profesión del detective sea tremendamente compleja en muchas ocasiones.En el ámbito del apartado tercero se considerarán comprendidas las grandes superficies comerciales y los locales públicos de gran concurrencia.La investigación privada en España es una actividad reconocida y regulada, reservada a los detectives privados legalmente habilitados, y solamente a ellos, quedando en un ámbito ilegal cualquier persona que carezca de la correspondiente habilitación oficial expedida por la Dirección General de la Policía del Ministerio del Interior.[5][6] Este último reglamento, aún en vigor, sigue todavía pendiente de modificación por su especial complejidad e interés gubernativo en nuestro país, constantemente retrasado y desarrollado en pos de fiscalizar más todavía la profesión del detective privado.Posiblemente en España el detective privado de ficción más conocido es Pepe Carvalho, del autor Manuel Vázquez Montalbán.
Ilustración de 1859 de Vidocq deteniendo a un ladrón tras seguirle la pista
El gran detective. Obra escultórica del centro de la ciudad de Londres