De la vegetación mediterránea que cubrió las montañas del Sahara antes de que se convirtiera en un desierto, quedan sólo adelfas y Cupressus dupreziana, generalmente cercanos a gueltas.
Los raros aguaceros pueden arrastrar el retoño (crecimiento) de un prado (pradera) flaco y temporal, el acheb, buscado (investigado) por los nómadas.
La palmera datilera, introducida por los árabes, es indispensable para la existencia del hombre en los oasis: los dátiles son un alimento muy energético, los troncos sirven para fabricar vigas, el follaje se utiliza para tejer cestas, cuerdas, esteras (trenzas) y el techo de las cabañas, además de proteger contra el Sol, los árboles frutales que, a su torre (vuelta), protegen los cultivos de hortalizas.
[2][3] Existen algunas especies de animales adaptadas al árido hábitat desértico, como el zorro del desierto, la gacela dama, la hubara, el corredor, la ganga senegalesa, la foca monje, el dromedario, diversos reptiles, entre otros.
Especies extinguidas por los avatares históricos del territorio son el avestruz o el oryx.