En lugar de ello, las tropas del Eje se aferraron fuertemente a sus posiciones e hicieron muy lento el avance por la península.
Desanimado, el general Eisenhower declaró que muchas vidas se perderían antes de poder llegar a Roma.
Al mismo tiempo, el octavo ejército británico atacaría el frente en el Adriático para evitar la movilización de otras fuerzas alemanas e italianas hacia el lugar del desembarco.
Al finalizar el cuarto día desde el desembarco se estaba cerrando un cerco alrededor de las tropas en Anzio.
La 29ª División SS Italiana compuesta por 650 hombres también fue enviada y usada como fuerza de choque contra las tropas aliadas.
Ésta estaba esperándolos y se retiró de manera ordenada, no sin oponer primero una férrea resistencia.
El 16 de febrero, los alemanes continuaron su contraofensiva en el Norte, en el camino a Albano, logrando hacer retroceder la línea 5 km.
Sin embargo, los Aliados la restauraron rápidamente, a costa de grandes pérdidas, ya que aproximadamente 5 133 soldados murieron o quedaron inhabilitados para combatir.
Finalmente, en la noche del 11 de mayo, el Quinto y el octavo ejército lanzaron un ataque sobre la Línea Gustav.