En 1562, cuando Juan Jufré refundó Mendoza, se hizo un nuevo reparto de tierras, entregando las del valle de Uco a Diego de Velazco y, a título de "merced", le otorgó también el cacique Guariñay con sus indígenas y propiedades, y el cacique Cuco con todas las tierras que hoy conforman el valle que lleva su nombre.
Con el transcurrir de los años, Velazco abandona la encomienda y se traslada al Perú donde muere.
Entre las más antiguas se encuentran El Cepillo, Cápiz, El Totoral, Paso de las Carretas, Aguanda y La Arboleda, que en 1632 le fue cedida a los padres jesuitas.
Según el censo del INDEC en 2010 la población arrojó un resultado de 32 631 habitantes.
El decreto fijó como límite entre ambos una línea recta que nacía de la cañada del Carrizal y se dirigía hacia el naciente.
Sumado al basto paquete legislativo que la convierte en una actividad, no solo contaminante, sino también en secante de recursos hídricos y saqueante de recursos metalíferos nacionales.