Santa Damiana (siglo iii-siglo iv) es una mártir venerada junto a cuarenta vírgenes por la Iglesia copta ortodoxa.[2][3] Damiana, tras saber que Marco había renegado de Cristo para obteber un puesto más lucrativo, logró convencer a su padre de regresar a su fe con las siguientes palabras: «¿Qué es lo que he oído sobre ti?¡Hubiera preferido escuchar acerca de tu muerte en lugar de escuchar que has renunciado a tu fe y abandonado al Dios que te creó desde la inexistencia hasta el ser, para adorar dioses hechos por manos![8] El príncipe, enfurecido, ordenó que Damiana fuese colocada en una prensa y aplastada hasta que la sangre empapase el suelo, para desesperación de las demás mujeres, a quienes la santa consoló con las siguientes palabras: «No lloréis hermanas mías, nuestro Señor Jesucristo fue torturado y asesinado porque nos amaba, aunque él nunca cometió pecado alguno.¡Cuánto más debería yo abrazar la muerte en su nombre, especialmente si me espera la gloria celestial!».[3] La noche siguiente, mientras se hallaba encerrada en una celda al borde de la muerte, el arcángel San Miguel se le apareció y la curó por completo al tocar su cuerpo con sus alas luminosas.Finalmente, el príncipe ordenó que Damiana y las otras cuarenta mujeres fuesen ejecutadas, muriendo todas ellas decapitadas junto con 350 cristianos confesos.Helena llegó al valle y, tras dirigirse al palacio, halló en su interior los cuerpos intactos; Damiana fue encontrada en el lugar donde solía sentarse y, a su alrededor, los cadáveres de las cuarenta vírgenes.[13] Sumado a la inundación del siglo viii, la santa está relacionada con otro milagro ya que la Virgen María se apareció supuestamente en 1986 en la iglesia dedicada a ella en el distrito de Shubrā, en El Cairo,[14] teniendo Santa Damiana varios monasterios e iglesias dedicados a ella alrededor del mundo:
Monasterio de Santa Damiana, en Belqas, Dacalía (Egipto).