En su conclusión, una Declaración Trilateral fue emitida definiendo los principios acordados para guiar las futuras negociaciones.
Esta conferencia no logró alcanzar un acuerdo definitivo que ponga fin al conflicto palestino-israelí.
Durante ese período, ambas partes debían discutir las cuestiones finales, en particular las cuestiones de Jerusalén, los refugiados, los asentamientos, las fronteras y la distribución del agua.
Cada parte acusó a la otra por la responsabilidad del fracaso de las conversaciones.
Este fue acusado de no presentar una contrapropuesta a lo presentado por Barak y Clinton, y por hacer poco o nada por prevenir los disturbios en los territorios que estallaron después de la conferencia.