La mayor parte de las veces, las obras de cultura infantil son concebidas y creadas con una voluntad educativa, mucho más que con una finalidad meramente recreativa.
También puede y debe decirse, que existe igualmente una cultura más o menos rudimentaria, construida y transmitida por los propios niños, sin una manifiesta y directa intervención de los adultos, por lo que en líneas generales puede considerarse que existen dos clases de culturas infantiles: La cultura infantil tiene un reconocimiento y un interés «oficial» relativamente reciente: en efecto, antes del siglo XX, los niños no eran considerados un público digno de excesivo interés.
Las creaciones orientadas a los niños con frecuencia están ligadas a las teorías psicológicas sobre la infancia: intencionalidad educativa, a la vez que artística y lúdica: aportar al niño elementos con los que poder construir su propia visión del mundo.
Naturalmente, otra parte de esta cultura es alimentada por producciones adultas (televisión, modas, personajes populares...) pero acaparadas, transformadas, y transmitidas, por los propios niños.
[9][10][11] Cuentos de hadas, libros para niños, ediciones y colecciones especializadas para niños, literatura de adultos con texto simplificado o reducido, historietas, etc.