Así mismo, la cultura coreana se ha visto influenciada por su ubicación geográfica como puente entre sus grandes vecinos, China y Japón.
Ambos tuvieron un hijo, Dangun, quien en el año 2333 a. C. ascendió al trono como el primer soberano de Corea.
Así, en muchos ámbitos, el pensamiento permanece arraigado en el antiquísimo chamanismo, mientras que el confucianismo se encuentra profundamente interiorizado en los coreanos y repercute en todos los aspectos de su vida.
Jeong-ak significa “tiempo fijo” y es un término genérico para designar la música tradicional, que a su vez se subdivide en varias categorías.
Estas últimas son las danzas originarias de China que se adoptaron sin mayores modificaciones.
También existen otros juegos como el tuho, que consiste en lanzar flechas a una especie de jarrón desde una determinada distancia, o el yut o iut donde se lanzan bastoncillos de madera como si fueran dados.
Asimismo, se logró la excelencia tanto en el tallado de sellos (cada coreano tiene su propio dojang) como en la caligrafía, que fue protegida por la nobleza provincial llamada yanban.
La característica más apreciada en los productos artesanales coreanos es su utilidad en las labores diarias, no obstante, éstos se encuentran artísticamente decorados.
Sin embargo, casi todas estas obras maestras de la artesanía fueron destruidas durante la ocupación Hideyoshi, y en la actualidad solo quedan tres campanas.
Durante el período Joseon, los artículos de porcelana, decorados con motivos tanto en blanco puro como en azul, llegaron a ser especialmente populares.
El trabajo en madera también alcanzó un alto nivel de desarrollo, lo cual se refleja sobre todo en los hermosos muebles, armarios, baúles y mesas, que en algunos casos tienen incrustaciones de nácar; así como en los objetos tallados en madera, artísticamente trabajados, que se encuentran en los templos y palacios.
Se cree que cada configuración topográfica desencadena fuerzas invisibles buenas y malas (Gi).
La casa debe construirse dando la espalda a una colina, de manera tal que por el sur reciba tanta luz solar como sea posible.
Por ejemplo, los aristócratas utilizaban el ala exterior para recibir a sus invitados, mientras que los campesinos guardaban allí al ganado y las provisiones.
Los jardines coreanos se asemejan a los chinos y japoneses, debido a que en estos países del extremo oriente, el arte de la jardinería está muy influenciado por los principios taoístas, los cuales buscan exaltar lo místico y la naturaleza.
En Corea, a diferencia de China y Japón, se evita incluir elementos artificiales en los jardines.
En la parte superior llevaban un bolero de mangas anchas (jeoggori) que se ajustaba con un gran lazo a la altura del pecho.
Los coreanos se vestían de distinta manera según el estrato social al que pertenecían.
Los funcionarios nobles usaban sombreros negros y coloridos atuendos ricamente bordados a la altura del pecho.
La nobleza usaba además joyas, una forma evidente de diferenciarse del pueblo o sangneom.
A esta última categoría pertenecen los hanbok de brillantes colores que utilizan las mudang o chamanes para ejercer su actividad.
Hoy en día, los coreanos ya no usan el hanbok a diario, pero sí en días festivos y para ocasiones formales, especialmente en el primer cumpleaños de un niño y durante las ceremonias de boda, así como para recepciones oficiales.
El ají, originario de Sudamérica, fue introducido en Corea por los portugueses en el siglo XVI, al igual que el tabaco y la religión cristiana.
En la mesa casi nunca falta el pescado, el calamar, las algas y diversos frutos de mar.
Además, se distinguen cinco categorías de té según su sabor: dulce, ácido, picante, amargo y salado.
El calendario lunar coreano está dividido en 24 puntos solsticiales (Jeolgi), cada uno de los cuales dura 15 días.
En la antigüedad, durante la etapa agrícola, los coreanos se regían únicamente por el calendario lunar, pero este más bien tiende a desaparecer lentamente de la vida moderna.
Los jóvenes ya no celebran su cumpleaños según el calendario lunar, a diferencia de las generaciones anteriores que aún continúan haciéndolo.
[2] Este gran crecimiento económico, y una inusitada protección del estado hacia la industria artística nacional frente a la extranjera,[2] propició los medios para el desarrollo de una rica producción artística, influenciada por la cultura estadounidense,[3] que rápidamente ganó aficionados en Asia (principalmente en el este de Asia), y a partir de mediados del 2000 en el resto del mundo.
La ideología Juche asegura la distintividad cultural y la creatividad así como también los poderes productivos de la clase obrera.