En Dinamarca llegó al poder en 1839, y gobernaría como monarca absoluto, defraudando las aspiraciones de los daneses liberales hacia una democratización de la vida política y una reforma hacia una monarquía constitucional.
Como el rey Federico VI no tenía hijos varones, Cristián fue, de acuerdo a la Ley Real (Kongeloven), el más cercano en la sucesión del trono de Dinamarca y Noruega.
El mismo día, Cristián fue elegido como rey de Noruega, en una monarquía constitucional.
Por los acuerdos entre el Storting y los diplomáticos suecos, Noruega conservó su constitución, aunque esta pasó por algunos cambios para permitir una laxa unión con Suecia.
El mismo año fue nombrado gobernador de Fionia y Langeland.
Su llegada al poder fue recibida con beneplácito por los liberales daneses, que recordaban su obra en Noruega, y muchos esperaban que el nuevo rey le daría a Dinamarca una nueva constitución (hasta entonces, Dinamarca contaba con una "constitución" absolutista).
No obstante, concedió una constitución autónoma a Islandia, y favoreció la vida cultural e intelectual.
Financió a Heinrich Christian Schumacher para la publicación de su periódico científico Astronomische Nachrichter (Noticias Astronómicas).
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