No aceptó el cargo y regresó a América con el objeto de visitar los conventos dominicos en Chile.Si bien al comienzo "el obispo marcha muy de conformidad con el gobernador, cosa que para todos es de mucho consuelo, y que anda en trámites para reedificar la catedral que se encuentra en ruinas, y para fundar un seminario", pronto comenzaron a surgir inconvenientes con el gobernador Jacinto de Lariz,[1] quien participaba abiertamente del contrabando y a quien excomulgó en tres ocasiones perdonándolo en cada ocasión ante sus promesas de enmienda.Su juez y sucesor Pedro Baigorri Ruiz si bien no combatió decididamente el contrabando no llegó a los extremos de Lariz y mantuvo buena relación con el obispo.En 1667 nombró a Jacobe Ferreira Feo y Juan Maciel para proyectar las obras que comenzaron un año más tarde.En 1671 se inauguró el nuevo templo, pero debido a la calidad inferior de algunos de los materiales usados en su construcción, el nuevo edificio presentó desde el primer momento goteras y peligrosas rajaduras.En las Actas del Cabildo Eclesiástico se conserva el registro del tratamiento y disposición del cuerpo del obispo fallecido: Finalizado el embalsamamiento, el cuerpo, según las actas citadas expresa lo siguiente: Tras hacerse cargo de la sede vacante el deán Valentín Escobar y Becerra (1673-1677) fue designado cuarto obispo de Buenos Aires el obispo auxiliar de Lima Antonio de Azcona Imberto.