Disturbios en Argentina de 1989
Rápidamente las protestas se extendieron hacia otras ciudades, incluyendo el propio Gran Buenos Aires, con cierta pasividad de las policías provinciales.[2] Hacia abril de 1989 Argentina llevaba tres años en una aguda recesión económica y un proceso hiperinflacionario.El descrédito del gobierno de Raúl Alfonsín alcanzó su punto máximo en ese año.La posibilidad de adelantar la entrega del poder fracasó en un primer momento, porque el peronismo no aceptó las medidas económicas "impopulares" que proponía el radicalismo.La medida agarró desprevenido a Menem, que no esperaba tomar el mando tan pronto.El operativo constó de dos mil personas y el padrón con que se construyó el PAN fue ineficientemente realizado; la información adicional que aportaban los municipios resultó sospechada de haber sido conformada con criterios políticos partidistas por parte del alfonsinismo.Sin embargo, el gobierno volvió a emitir bonos y nuevamente se produjo un aumento del déficit fiscal.Ante esta situación, renunció Sourrouille y asumió Juan Carlos Pugliese, que poco después le cedió su puesto a Jesús Rodríguez.El plan dependía demasiado de que hubiera buenos precios para las exportaciones argentinas.Saqueos a supermercados, represión y muertes derivaron en la entrega adelantada del poder.Las elecciones resultaron abrumadoramente favorables al candidato Carlos Menem del Partido Justicialista.Los cortes, que se extendieron por más de cuatro meses, se hicieron masivos y sucedieron en pleno verano austral, lo que generó mayor descontento social sumado a la situación económica.Mientras, el 24 comenzaron a producirse saqueos en Rosario y se extendieron al Gran Buenos Aires.La información oficial dijo que murió “en un enfrentamiento con la policía” En Rosario -la tercera ciudad más grande del país tras el Gran Buenos Aires y el Gran Córdoba- varias personas comenzaron a demandar que algunos supermercados repartiesen comida gratuitamente.Rápidamente las protestas se extendieron hacia otras ciudades, incluyendo el propio GBA, con cierta pasividad de las Policías provinciales.Los manifestantes irrumpieron dentro de supermercados, almacenes y pequeños negocios, en grupos que oscilaban desde sólo unos 20 individuos hasta tanto como unas 1000 personas.Entre la multitud, podían encontrarse tanto ladrones comunes como gente que evidentemente pertenecía a la clase media.[22] Aún está abierto a discusión si es que dicha pasividad fue a propósito o si, por el contrario, la policía fue tomada desprevenida y pronto se vio superada por la masiva dimensión que alcanzaron los tumultos.