La mezcla de los cuatro primeros en las proporciones requeridas para cumplir con la norma IRAM conforma el producto conocido como creosota.
Ha sido usado, y aún se usa en países donde la legislación no lo ha prohibido, de forma masiva.
La creosota evita el ataque de los hongos y bacterias que afectan la madera expuesta al aire libre y enterrada, siendo los más frecuentes en la destrucción de la misma los siguientes: Polipourus sanguineus - Poria saporaria - Grifola sulphurea - Fuscoporia laevigata - Polysatictus sanguineus - Ganoderma applanatum - Polyporus versicolor - Daedalea quercinea - Poria - Coniophora cerebella En la actualidad se usan sales metálicas, principalmente sales cúpricas, para el tratamiento de la madera expuesta a la intemperie.
La madera así tratada tiene un característico color verdoso, especialmente intenso en las zonas de mayor exudación.
Igualmente existen productos químicos (como el Polvo Deshollinador) que permiten prevenir la acumulación de creosota (no eliminarla si esta en exceso).
La Comisión Europea ha adoptado una directiva prohibiendo la comercialización de creosota como producto conservante para la madera.
La creosota podrá seguir utilizándose en aplicaciones industriales, por ejemplo en traviesas para las vías y postes telegráficos, pero con nuevos parámetros en su composición.
La calificación del BaP como sustancia cancerígena no se produce en aquellos casos en los que su concentración es inferior a 50 partes por millón.