Asesinatos de Whitechapel
Once mujeres fueron asesinadas (todas o al menos la mayoría de ellas), adicionando otros 27 crímenes que siguen sin resolverse.En ocasiones, algunos asesinatos (o la totalidad de ellos incluso) han sido atribuidos al notorio asesino en serie aún no identificado, y conocido como Jack el Destripador.La mayoría de las víctimas, si no todas (Emma Elizabeth Smith, Martha Tabram, Mary Ann Nichols, Annie Chapman, Elizabeth Stride, Catherine Eddowes, Mary Jane Kelly, Rose Mylett, Alice McKenzie, Frances Coles), eran prostitutas.El misterio perdurable sobre quién cometió los asesinatos atrajo la atención del público incluso hasta la actualidad.A finales de la época victoriana, Whitechapel era considerado como la más connotada colonia criminal en Londres.Estos factores se habían centrado en la institución llamada casa de alojamiento común (casas de huéspedes), que siempre tenían baratos alojamientos comunes para los desesperados y los desposeídos, entre los cuales las víctimas del asesinato en Whitechapel estaban contados.[11] El viernes 31 de agosto, la prostituta Mary Ann Nichols fue asesinada en Buck's Row (Durward Street), Whitechapel.[18] Las investigaciones iniciales sobre esta muerte tuvieron poco éxito, aunque algunos elementos de la prensa vincularon este hecho con los dos asesinatos anteriores, sugiriendo que todo ello podría haber sido perpetrado por una banda, como en el caso de Emma Elizabeth Smith.Sin embargo, la idea de que el asesino tenía habilidad quirúrgica fue desestimada por otros expertos.Pero no le encontraron pruebas de los dos últimos asesinatos , por lo que fue puesto en libertad sin cargos.En sus memorias, Walter Dew[23] deja constancia que los asesinatos causaron pánico generalizado en Londres.La calle Goulston estaba en una ruta directa desde la Plaza Mitre a Flower and Dean Street, donde tanto Strides como Eddowes vivían.[31] Mary Jane Kelly, apodada “Marie Jeannette”, “Ginger”, o “Fair Emma”, nació en Limerick, Irlanda.A los dieciséis años se casó con el minero John Davies que falleció tras una explosión.La chica viajó a la capital inglesa en 1884, y se supone que ejerció como meretriz de lujo en el West End.Aunque era demasiado joven comparada con las demás víctimas –pues solo tenía veinticinco años- la irlandesa pelirroja de ojos azules había comenzado a abismarse por una pendiente sin salida.El último testigo que la avistó en esa velada fue un obrero amigo suyo, George Hutchinson,[35][36] quien describiría al acompañante que en ese momento iba del brazo con Mary como un sujeto muy elegantemente vestido y “con pinta de extranjero, tal vez un judío”.Únicamente llevaba puesto un menguado camisón que dejaba ver el atroz estropicio infligido a su organismo.Ella le dijo a la portera suplente, Mary Russell, que había sido atacada por dos o tres hombres, uno de ellos un joven.La señora Russell llevó a Smith al Hospital de Londres, donde el examen médico reveló que un objeto contundente se había insertado en su vagina, rompiendo su peritoneo.[46] Smith afirmó que fue atacada por un grupo de hombres, pero tampoco se negó o no pudo describirlos.Las prostitutas fueron gestionadas a menudo por las bandas, y Smith podría haber sido atacada por sus proxenetas como castigo por desobedecerles, o como intimidación.Y el motivo de tal pesquisa fue que la testigo, en la noche del crimen de Tabram, vio a ésta irse del brazo con un soldado, el cual fue aparentemente su último cliente y su posible asesino.Al médico forense le extrañó que la fallecida tuviese su boca cerrada con la lengua adentro cuando fue hallada.Este dato aboga por una muerte ocasionada mediante estrangulación a lazo en torno al cuello, donde se comprimen la carótida y las venas yugulares, lo cual descartaría la hipótesis del suicidio.También cotejaron registros policiales de casos sobre personas desaparecidas, todo ese esfuerzo sin éxito, en tanto siguieron sin ser identificados los restos.La conclusión más relevante fincó en que aquel cuerpo había experimentado un diferente método de mutilación comparado con las víctimas precedentes.Se trataba del cuerpo de una joven cuya vestimenta lucía desarreglada, y a la cual habían atacado encarnizadamente.Un profundo tajo abría su cuello y exhibía otras heridas, también sangrantes, en la región inferior del tronco.Estaba maltrecho, con las ropas manchadas de sangre, y adujo que unos bribones lo habían agredido para robarle.