La corrida camarguesa es un deporte en el que los participantes intentan atrapar los atributos galardonados situados en la frente y los cuernos de un buey llamado cocardier o biòu (buey en provenzal), pero al que a veces se le confiere la dignidad de un toro llamándolo: toro cocardier.
La corrida camarguesa se practica en una región que se extiende mucho más allá de la Camarga: desde las puertas de Aviñón hasta Montpellier, uniéndose alrededor del delta del Ródano parte del Languedoc y de la Provenza, según una tradición que se remonta a la Edad Media.
[3] Otros historiadores señalaban fechas más antiguas: los juegos de toros que se celebraron en Arlés durante una feria organizada en Pentecostés en el siglo XII o XIII.
En el siglo XVI, las menciones a ese tipo de juegos se multiplicaron en los pueblos del sur del Gard y en la región de Nimes; extendiéndose a Aviñón y sus alrededores en el siglo XIX.
[5] Entonces se denominó corrida libre, y la ciudad de Lunel fue declarada capital.
Su regreso a las praderas después de la carrera en las mismas condiciones se llama bandido.
Desde entonces se trasladan en camiones, independientemente del prestigio o el rango de los diferentes toros.
[8] Ejemplo del prestigio y de la admiración que las aficionados tienen por el toro.
[9] Con una perspectiva igual a la española, en la corrida camarguesa el toro es la estrella del espectáculo.
[10] La llegada del toro a la arena es anunciada por una trompeta que toca L'èr di biòu.
Tras un minuto para que el astado se acostumbre a la arena, suena un segundo sonido para indicar a los recortadores el comienzo de su actuación, que, como su nombre indica, consiste en recortar al animal.
[11] Después de la carrera, el toro regresa a su dehesa y con sus compañeros, físicamente intacto.
Al final de la carrera, tiene lugar el bandido, que es un abrivado en sentido contrario: los toros vuelven a los prados.
[18] Los recortadores profesionales son deportistas de elevado nivel que siguen un entrenamiento cotidiano.
Cada año, tres eventos atraen la atención de los afeciounados, el equivalente provenzal del aficionado español.
[24] Estas tres son las más importantes, pero se celebran muchas otras como el Trofeo de San Juan.
Estos hechos permitieron que progresivamente, desde principios de los años ochenta, las corridas camarguesas experimentaron una verdadera explosión en 2004, cuando se celebraron 921 carreras con 250.000 espectadores según las cifras dadas por la Federación Francesa de corridas camarguesas, con un ligero aumento en 2005 (263.653 espectadores).
Actualmente cada manada tendría 15.000 hectáreas parcialmente estabilizadas en el parque natural Regional de Camarga.