Esta sillería es de estilo gótico flamígero y su autor principal fue Rodrigo Alemán.
Sin embargo, la biografía de este artista es muy confusa, y no ayuda mucho a aclarar el origen del coro.
[1] No obstante, queda la duda documental sobre cuándo había empezado y terminado exactamente la sillería de Plasencia.
[5][6] La restauración sirvió para retirar la capa de suciedad acumulada durante varios siglos, que impedía comprobar la calidad de la obra, al mismo tiempo que se analizaban en detalle tanto los materiales utilizados como distintas marcas e inscripciones históricas.
Esta obra se paralizó en 1578, lo que dejó a la mitad el nuevo edificio renacentista o «Catedral Nueva», en cuyos pies quedó el coro, limitando con los restos del antiguo edificio o «Catedral Vieja».
Por este motivo, se deduce que la sillería debió ser hecha y colocada en la estructura románico-gótica, en espera de trasladarla a la nueva, lo que no pudo realizarse hasta muchos años después de terminada tal sillería.
El acomodarla a la nueva iglesia no fue trabajo fácil, ni fue posible llevarlo a cabo más que defectuosamente, porque el sitio al que se adapta es completamente distinto del primero.
La sillería monumental fue desmontada en torno a 1544, cuando se elaboró una sillería provisional para adaptar temporalmente la torre del Melón como coro, y se almacenó en la casa de un feligrés llamado Juan Leal hasta su instalación en su ubicación definitiva en 1565-1566.
En general, todos los coros se suelen prolongar por uno o dos tramos de la nave central.
Como en él sobresalen las columnas de la antigua nave, mucho menos ancha, se aprecia que primitivamente habrían sido once las sillas del testero y hoy son veintiuna.
En 1763, el obispo Juan Francisco Manrique Lara ordenó pintar y dorar la reja, que hasta entonces había tenido una decoración limitada.
Esta traza continua solo se ve interrumpida por la silla presidencial del fondo, que es más alta y se corona con magnífico doselete, todo lo mismo que las sillas de los cabos o extremos destinadas a los Reyes Católicos.
Casi podría asegurarse que esto no lo ejecutó Rodrigo sino alguno de sus oficiales, educado ya en el nuevo estilo.
[1] Sobre dichos tableros icónicos, bajo los arranques de los gentiles y calados doseletes, hay otros dos tableros con un escudo sustentado por ángeles y coronado, en cuyo campo se ve el monograma SM (Santa María), todo ello tallado.
Es una rica talla con figuras, sin especial simbolismo, completa en estrechos frisos, soportes, brazos y misericordia estos sitiales.
Se hallan estos más elevados que los otros, sirviéndoles de escabel un primer asiento.
Con la dicha imagen de Santa Ana está la Virgen y con ella el Niño.
Así, la silla del obispo es acompañada a cada lado en la sillería alta por siete apóstoles, si bien en el lado de la epístola se muestra entre ellos a San Juan Bautista y San Bernabé, que no fueron apóstoles stricto sensu pero tuvieron vínculos con ellos.
El arqueólogo José Ramón Mélida publicó en 1924 el siguiente resumen de esta parte de la obra, en el que manifestaba cierta indignación por hallar algunos temas nada acordes a lo religioso:[1] En los sitios más disimulados, en las misericordias, que no se ven mientras no se levantan los asientos, es donde se ven tallados los asuntos más licenciosos.
Los autores han debatido ampliamente sobre la presencia de estos elementos, especialmente los obscenos, en un recinto religioso, basándose en las dos hipótesis citadas por Mélida: que hubiese una tolerancia mayor en aquella época o que se pretendiera ejemplarizar contra las conductas inapropiadas.
[1][21][22] Entre las interpretaciones más recientes, destaca la que hicieron en 1994 Pilar Mogollón y Francisco Javier Pizarro.
Estos autores señalan que en la iconografía no religiosa hay diversas partes que cumplen diversas funciones: si bien hay algunos elementos de censura del vicio, doce misericordias hacen referencia a proverbios flamencos, y otros elementos tienen una función simplemente de representación satírica, mitológica o cotidiana.
Estos autores destacaron como elemento peculiar diversas representaciones del salvaje, un tema mitológico frecuente en el arte de la época.
La parte superior, artísticamente diferente, parece haber sido tallada por un maestro entallador local llamado Bartolomé, a quien se encargó en 1503 la elaboración de "los cuatro facistoles de las sillas bajas"; el facistol es realmente uno, pero se denomina "los cuatro facistoles", ya que esta parte superior es un tronco de pirámide formado por cuatro caras, que giran sobre un mecanismo denominado coloquialmente "molino".