El cumplimiento estricto de sus principios nunca se llevó a cabo.
En 1937, una constitución ya lista fue otorgada por Getúlio Vargas, transformando al presidente en Dictador y el Estado "revolucionario" en autoritario.
El "Gobierno Provisional" había creado, en 1933, una comisión de juristas, la "Comisión del Itamaraty", que recibió este nombre porque se reunía en el Palacio del Itamaraty, para elaborar un anteproyecto de Constitución que previera un poder ejecutivo federal fuerte y centralizador, al gusto de Getúlio Vargas.
Sin embargo, la Constitución de 1934 acabó siendo descentralizadora y estatalizante, dando gran autonomía a los estados federados.
Estaba formada por 214 parlamentarios y 40 representantes más por los sindicatos, nombrados por el propio Gobierno.
La reforma más importante acometida fue la modificación del sistema electoral, con sufragio secreto y voto extensivo a las mujeres.
En ella también aparece por primera vez el concepto de federalismo en Brasil, con estados autónomos en relación con la Unión, pero en la práctica eso no ocurrió, pues el gobierno Vargas promovió, por el contrario, la centralización del poder.
La principal crítica hecha por Vargas a la Constitución de 1934 consistía en su carácter inflacionario, pues, se calculaba que, si todas las nacionalizaciones de bancos y de minas hubieran sido hechas y todos los derechos sociales previstos en ella fueran implantados, los costes para las empresas privadas, los gastos del gobierno y el déficit público se elevarían sobremanera.
En esa coyuntura se registró la primera gran campaña nacional con la participación de la Prensa: el debate sobre el llamado Integralismo, movimiento antiliberal, antisocialista y autoritario, similar al fascismo italiano, de fuerte raigambre nacionalista.
Por eso, la prueba para una democracia moderna en Brasil tendría que esperar hasta 1946, cuando se aprobó la Constitución de 1946.