Esta constitución estuvo en vigor durante toda la República Velha y sufrió solo una alteración, en 1926.
[1] A comienzos de 1889, se iniciaron las discusiones para la elaboración de la nueva constitución, que sería la primera constitución republicana y que estaría en vigor durante toda la Primera República.
Consagró la existencia de los tres poderes independientes entre sí, el Ejecutivo, el Legislativo y la Judicatura.
Claro que eso dio margen a algunos vicepresidentes, como Delfim Moreira, para prolongar sus mandatos, dificultando la celebración de las nuevas elecciones presidenciales.
Por "universal" se entiende el fin del voto censitario o restringido, que definía al elector por su renta, aunque se mantuvieron excluidos del derecho al voto los analfabetos, los militares, los religiosos sujetos a la obediencia eclesiástica y los mendigos.
Se definió, también, la separación entre la iglesia y el Estado: las elecciones no ocurrirían más dentro de las iglesias, el gobierno no interferiría más en la elección de cargos del alto clero, como obispos, diáconos y cardenales, y se extinguió la definición de parroquia como unidad administrativa – que antiguamente podría equivaler tanto a un municipio como también a un distrito, villa, comarca o aún a un barrio (clientela).
Es correcto que algunos pocos, generalmente los más influyentes entre los republicanos, mantuvieron sus títulos nobiliarios y blasones (brasões), incluso en plena República, como el Barón de Río Branco, pero era más por respeto y cortesía.
Esa continuidad simbólica también se hizo notar en la bandera nacional y en el himno, cuya música ya era considerada, de forma no oficial, el himno nacional desde el Segundo Reinado.