Constantino Nicoláyevich de Rusia

Normalmente, los niños imperiales se mantenían bajo el control de las mujeres hasta que alcanzaban los siete años.

Entrenó al muchacho en ciencias navales y llenó su cabeza con cuentos de la mar, ganando la amistad del joven para toda la vida.

A medida que crecía, aumentaba su experiencia en las matemáticas, las ciencias, las estadísticas, y la administración pública.

Se convirtió en un entusiasta lector y su fascinación por Homero le llevó a traducir la Odisea del alemán.

Elena lo tomó bajo su amparo, ampliando su gusto en literatura y en música e instruyéndolo en las últimas ideas científicas.

Ella era bien conocida por sus ideas liberales y ejerció una gran influencia en las opiniones políticas de su sobrino.

Sus padres habían organizado el encuentro pensando que Alejandra podría ser un buen partido para Constantino.

En febrero se convierte a la fe ortodoxa rusa, tomando el nombre de Alejandra Iósifovna.

Formaron una buena pareja, y en los primeros años de su matrimonio, se dedicaron enteramente el uno al otro, llevando una feliz vida matrimonial.

En 1849 como un joven oficial, Constantino tomó parte en una campaña de ayuda a los austríacos para sofocar un levantamiento en Hungría.

Tomó parte en tres enfrentamientos peligrosos, que son objeto del fuego enemigo.

En medio del conflicto muere su padre, y Constantino aconsejó a su hermano, Alejandro II la búsqueda de la paz en una guerra ya perdida.

Los planes para la reforma naval que Constantino llevó a cabo comenzaron en el inicio del reinado de su hermano.

Se dio cuenta de que Rusia era una potencia militar inferior, y realizó esfuerzos concertados para modernizar la flota rusa.

En virtud de sus planes, la flota del Báltico recibió 18 acorazados, doce fragatas, canon y 100 barcos, mientras que la flota del Pacífico se vio reforzada con doce nuevos buques blindados, nueve buques de transporte y cuatro fragatas.

Mientras el zar no era un hombre seguro de sí mismo, su hermano menor se mostraba más enérgico y templado, y le traía sin cuidado lo que los otros pudieran pensar de él.

Incluso entonces, el progreso seguía siendo lento, ya que varios miembros se opusieron a las maneras bruscas del gran duque.

Nadie en el comité se atrevía a discutir con Constantino, que utilizó todos los medios posibles para acabar con los frenos del progreso.

Constantino se mostraba particularmente altivo en las numerosas protestas de la aristocracia contra su plan.

Alejandro II necesitaba un hábil gobernador para la provincia y nombró a Constantino para este puesto.

A pesar de que el zar le envió un telegrama donde le ordenaba regresar a San Petersburgo al momento, Constantino prefirió quedarse junto con su esposa la gran duquesa Alejandra, que lo apoyaba.

La resistencia nacional se convirtió en rebelión general que se propagó hacia las nueve provincias polacas anteriormente conocidas como la región occidental rusa, dónde poderosos terratenientes y el clero católico estaban dispuestos a dar rienda suelta a su odio por la dominación rusa.

Intensos combates, protestas, huelgas, e incluso asesinatos políticos amenazaban con socavar los avances que Constantino había logrado tan arduamente.

De esta manera, tuvo que declarar la ley marcial y reprimir severamente el levantamiento.

En reconocimiento a sus servicios, Alejandro II lo nombró Presidente del Consejo de Ministros en 1865, cargo que ocuparía durante dieciséis años.

Como Alejandro II se apartó de las reformas que habían marcado su primera década en el trono, la influencia de Constantino comenzó a menguar y empezó a centrarse más en su vida personal.

Constantino sufrió otro duro golpe cuando en 1879, su hijo pequeño, Viacheslav, murió inesperadamente de un derrame cerebral.

Constantino y sus compañeros reformistas esperaron unos meses hasta la ascensión al trono del nuevo Zar.

La dimisión redujo en gran medida al todavía vibrante y enérgico Constantino, dejándolo a la deriva, sin ningún tipo de papel adecuado.

Constantino fue atendido por su esposa, que obtuvo así una especie de venganza por sus infidelidades y humillaciones pasadas.

El gran duque Constantino Nikoláievich de Rusia con su familia (de izquierda a derecha): gran duque Dmitri Constantínovich; un caballero desconocido; en el suelo el gran duque Constantino Constantínovich; sentados la gran duquesa Alejandra y el gran duque Constantino Nikoláievich llevando en brazos al gran duque Viacheslav; y de pie tras ellos, la gran duquesa Olga Constantínovna y el gran duque Nicolás Constantínovich.