es la conductividad de la disolución, R es la resistencia que mide el conductímetro, l la distancia entre los electrodos y A el área superficial de estos.
Al tratarse de disoluciones, la resistividad esta influida por la superficie de los electrodos y por la distancia a la que se encuentran, por lo que, la resistencia de la solución se mide empleando dos electrodos planos o cilíndricos que deben estar separados por una distancia fija y conocida.
donde l es dicha distancia, en cm, y A la superficie de los electrodos, expresada en cm2, siendo ρ (rho) la conductividad específica, que se expresa en ohmios por centímetro (Ω.cm).
Para evitar esta situación, se emplea corriente alterna de muy baja tensión, pero de alta frecuencia, con rangos típicos que van desde 1-3 kHz, con lo que los cambios en la disolución que puedan producirse en un semiciclo, se invierten en el siguiente.
Puesto que la conductividad de la disolución está muy afectada por la temperatura a la que se encuentra la disolución, los conductímetros modernos suelen incluir una sonda de medida de la temperatura, que permite realizar los correcciones oportunas.
En la práctica y por razones de comodidad en el manejo, los electrodos suelen ser cilíndricos y dispuestos concéntricamente y tanto la superficie como la separación no tienen que ser necesariamente de un cm2 o un cm, respectivamente, ya que, generalmente, para mayor precisión, el aparato se calibra utilizando disoluciones patrón de conductividad perfectamente establecida.
También existen células de medida de cuatro electrodos, que se suelen utilizar para disoluciones poco transparentes o cuando presentan alta conductividad.
Para los casos en que las conductividades esperadas son muy altas o los medios donde se va a realizar la medidas son altamente corrosivos, existen también celdas de medida por inducción,[5] ya que presentan la ventaja de que el fluido no moja las partes eléctricas del sensor.
Este tipo de dispositivos utilizan dos bobinas acopladas inductivamente: una bobina impulsora o emisora de campo electromagnético y otra, receptora.
Un voltaje alterno sinusoidal estimula la bobina emisora, generando un campo eléctrico en el fluido, debido a la conductividad del fluido (presencia de cationes y aniones) este genera un voltaje en la bobina receptora.