En el Antiguo Régimen en España el poder e influencia del clero y sus instituciones era muy superior al de cualquier otro grupo social; y a cualquiera atemorizaba el enfrentarse a ellas.
La frase en cuestión no es una cita literal de Cervantes: se cambia el original «dado» por «topado» (lo que posiblemente incremente las connotaciones peyorativas), muy a menudo se añade «amigo Sancho», cuando el original dice únicamente «Sancho», y también el uso de la mayúscula o la minúscula en «iglesia» ha sido objeto de interpretación.
En cualquier caso, la evidente ironía en el diálogo entre Sancho Panza y don Quijote (Sancho sabe que no hay palacio de Dulcinea, pero hace como que lo busca, don Quijote ve cómo su idealismo choca con la realidad, como en el episodio de los gigantes-molinos, pero esta vez lo conoce) ha permitido históricamente hacer una doble lectura de carácter anticlerical, que supone entender el texto como una denuncia de la subordinación de la sociedad y el Estado a la Iglesia,[1] fuera o no esa la intención de su autor[2] (cosa que niegan, entre otros, Francisco Rodríguez Marín —«Qué importancia dan a esta frase, que no dice más de lo que suena, los intérpretes esoteristas del “Quijote”»—, Martín de Riquer —«no tiene segunda intención y sólo quiere significar lo que dice»— y Francisco Rico).
—Ya lo veo —respondió Sancho—, y plega a Dios que no demos con nuestra sepultura, que no es buena señal andar por los cimenterios a tales horas, y más habiendo yo dicho a vuestra merced, si mal no me acuerdo, que la casa desta señora ha de estar en una callejuela sin salida.
¿Adónde has tú hallado que los alcázares y palacios reales estén edificados en callejuelas sin salida?