Ya desde su primer desfile provocaron, cuanto menos, el asombro y la perplejidad del público villenense.
Sin embargo, a pesar del anacronismo histórico y el escaso número se socios (a penas una treintena) lograron mantenerse activos y participar en las Fiestas de Moros y Cristianos durante tres décadas, incluso en 1948 se crea una escuadra de “indios”.
Es entonces cuando se plantean el diseño de un nuevo traje y la vuelta al bando cristiano.
Asesorados por el historiador local José María Soler, para no incurrir en más anacronísmos, se decide adoptar una uniformidad basada en el cuerpo de ballesteros de los ejércitos medievales.
Esta vez se trata de un cambio integral del mismo, los pantalones pasan a ser negros y desaparece la característica camisa amarilla que pasa a ser blanca, además se incorpora un jubón o chaquetilla de terciopelo en negro y marrón y se diseña una nueva ballesta.