Compasión

[1]​ Los monoteísmos de origen semita (judaísmo, islam y cristianismo) han dado mucho valor a la compasión divina o misericordia.El idioma español ha acuñado una expresión especial algo caballeresca o quijotesca (relacionada con la honra, u honor social) para designar un tipo de compasión indignada por la falta de dignidad (u honor individual) de quien sufre (o más bien, permite) sobre sí mismo el ridículo, la miseria, la injusticia o la vileza sin que nadie lo solucione, pues la honra exige que nadie sea deshonrado por honor corporativo o esprit de corps.Los ingleses ya observaron esta particularidad cultural al acuñar la fórmula que lo describía en su idioma como spanish shame.[2]​ Tiffany Watt Smith, en The Book of Human Emotions, añade que en España, “el miedo a perder la dignidad o el orgullo -ambos términos en español en el original- se consideran muy pronunciados”; e incluso recuerda que la última pieza de comida en una ración compartida es “la de la vergüenza”.Esto nos permite comprender que en el Occidente actual este tipo de piedad se ha visto como ofensiva.Sin embargo, la compasión se define como la respuesta emocional al percibir el sufrimiento e implica un auténtico deseo de ayudar".[17]​ La identificación con otra persona es un proceso esencial para los seres humanos, que queda ilustrado incluso por los bebés, que empiezan a reflejar las expresiones faciales y los movimientos corporales de su madre ya en sus primeros días de vida.[17]​ Estudios anteriores establecieron los vínculos entre la violencia interpersonal y la crueldad que conduce a la indiferencia.Así, se afirma que las atrocidades cometidas a lo largo de la historia de la humanidad sólo se han aliviado, minimizado o superado sus efectos perjudiciales mediante la presencia de la compasión,[17]​[26]​ aunque recientemente, basándose en la investigación empírica de la teoría evolutiva, la psicología del desarrollo, la neurociencia social y la psicopatía, también se ha contraargumentado que la compasión o la empatía y la moralidad no son sistemáticamente opuestas, ni inevitablemente complementarias, ya que a lo largo de la Historia, la humanidad ha creado estructuras sociales para hacer valer principios morales verdaderamente universales para toda la humanidad, como los Derechos Humanos y el Tribunal Penal Internacional.[29]​ En su defensa contra la posible naturaleza destructiva de las pasiones, Platón comparó el alma humana con un carro: el intelecto es el conductor y las emociones son los caballos, y la vida es una lucha continua por mantener las emociones bajo control.
Niño mostrando compasión ante el obvio dolor ajeno