La crítica más repetida fue que el sistema era injusto e innecesariamente gravoso con quienes menos rentas tenían.
Debido a su impopularidad, precipitó la caída de la primera ministra, Margaret Thatcher y fue finalmente reemplazado en 1993 por el Council Tax, introducido por la Local Government Finance Act 1992.
El malestar social, con campañas de desobedencia civil incitando al no pago del impuesto y las manifestaciones por todo el país culminaron con graves disturbios en Londres.
[4] Esta situación llevó al Partido Conservador,[2] entonces en el gobierno, a forzar la dimisión, a instancias del consejo de ministros,[5] seis meses más tarde,[4][6] de la primera ministra, Margaret Thatcher, cuyo liderazgo del partido estaba ya debilitado.
Lawson incluso llegó a afirmar en una reunión del gabinete en mayo de 1985, que el poll tax era «completamente inviable y políticamente catastrófico».