Las puertas de los calabozos pequeños estaban abiertas durante el día y las secuestradas podían estar en el resto del recinto con la venda de los ojos baja lo que les permitía verse entre ellas y también observar, sin ser vistas, a través de agujeros pequeños que tenía la chapa que cubría la puerta lo que ocurría en el patio.
Este cuarto tenía una ventana pequeña que daba al patio y estaba separado del calabozo por una puerta de hierro con mirilla.
La “patota" de la que cual dependían los detenidos concurría aproximadamente una vez por semana y tomaba lista solamente a una parte de los detenidos, a los cuales se les aplicaban torturas que eran conocidas y presenciadas por los policías de la comisaría.
En primera instancia el juez Arnaldo Corazza se declaró incompetente pero al resolver la apelación del fiscal y la querella la Cámara Federal declaró que, en principio, correspondía intervenir a los tribunales federales de esa jurisdicción por lo que el magistrado debía continuar instruyendo la causa.
En enero de 2005 se les concedió el arresto domiciliario, salvo a Etchecolatz, que cumplía en la cárcel de Villa Devoto su condena en la "causa Camps".
Abuelas de Plaza de Mayo afirmó que diez embarazadas y cinco niños habrían estado detenidos en condiciones de clandestinidad y diversos testimonios agregados a la causa indican que a lo menos dos partos se llevaron a cabo en la Comisaría.