De los buques que se construían en Francia, Balmaceda solo pudo recibir las torpederas Almirante Lynch y Almirante Condell, sin embargo, el poderío marítimo de la junta de Iquique no disminuyó por esta pérdida, pues conservaba los blindados.
Pero las torpederas balmacedistas atacaron por sorpresa la madrugada del 23 de abril sobre el puerto de Caldera, lanzando sus torpedos sobre el Blanco Encalada, hundiéndolo.
En el buque se encontraban Ramón Barros Luco y Enrique Valdés Vergara , miembro y secretario de la Junta de Iquique respectivamente.
[2] Cuenta la leyenda que Barros Luco se salvó asido de la cola de una vaca, que era parte del ganado en pie que se acostumbraba a llevar a bordo, porque no sabía nadar, aunque él siempre desmintió esta anécdota, que le irritaba en grado sumo.
En 1957 los restos fueron dinamitados para facilitar la construcción de un puerto mecanizado.