Cognición animal

En las últimas décadas, sin embargo, han aumentado considerablemente los estudios sobre aves (loros, cuervos y palomas).

[2]​[3]​ También se hacen experimentos con reptiles (lagartos, serpientes), peces, incluso con invertebrados (cefalópodos, arañas e insectos).

[1]​ Ya en la antigüedad, los pensadores mantenían desacuerdos con respecto a las capacidades mentales de los animales.

[4]​ Descartes fue más lejos, afirmando que la única diferencia entre las máquinas y los animales es la complejidad de los mecanismos.

[5]​ Es decir, los animales eran para él, al no tener alma, lo que hoy llamaríamos robots.

[6]​ En efecto, en estos experimentos, los córvidos mostraron que comprendían el desplazamiento del agua al nivel de un niño de 5 a 7 años, distinguiendo entre objetos más o menos pesados y con mayor o menor volumen.

En la mayor parte del siglo XX, la aproximación predominante a la psicología animal fue experimentar sobre la inteligencia en animales mediante procesos de aprendizaje simples (como condicionamiento clásico y condicionamiento instrumental).

Sin embargo, ya en esa época hubo otros investigadores del comportamiento animal que le daban más valor a las observaciones, sin intervención del humano, que a los experimentos.

La cognición animal fue impulsada, en parte, por los numerosos estudios de campo a largo plazo que comenzaron a desarrollarse en esas décadas, especialmente sobre primates: Jane Goodall, Biruté Galdikas y Dian Fossey observaron respectivamente chimpancés, orangutanes y gorilas de montaña en libertad.

En lo que respecta a las aves, el experimento más notable relacionado con las facultades cognitivas ha sido ALEX (Avian Learning EXperiment), cuyo sujeto experimental Alex (loro), un loro gris africano adiestrado por Irene Pepperberg, llegó a comunicarse de manera elemental en inglés hablado, demostrando que entendía conceptos como color, tamaño, ninguno.

Al igual que los humanos, al distribuir la atención entre las características del estímulo se reduce la capacidad de detectar las diferencias entre ellas, aunque hay algunas actividades de búsqueda visual ecológicamente relevantes en las que algunas especies particulares muestran habilidades notables (las palomas tienen una capacidad extraordinaria para distinguir el grano del sustrato).

En estudios realizados como seguimiento de estos, las palomas categorizaron otros objetos naturales, p.ej.

árboles, y después del entrenamiento eran capaces de clasificar fotos que no habían visto antes, sin recibir recompensa.

[11]​ Se han llevado a cabo experimentos similares con categorías auditivas naturales, p.ej.

[13]​ Es decir, habían interiorizado las categorías de "pintura impresionista" y "pintura cubista", demostrando así su facultad de asimilar no solo categorías naturales (personas, árboles) sino también categorías artificiales, definidas por seres humanos.Por este estudio, sus autores (Shigeru Watanabe, Junko Sakamoto y Masumi Wakita) fueron premiados con el Premio Ig Nobel de Psicología en 1995.

[14]​ La habilidad de desplazarse y la búsqueda visual son actividades críticas para muchos animales.

Wolfgang Köhler observó que el modo en que los chimpancés solucionaban problemas como conseguir plátanos colocados fuera de su alcance, no era a través de ensayo y error sino claramente a propósito.

[21]​[22]​ La línea de investigación de los estudios más recientes tiende a demostrar que se pueden encontrar comportamientos similares en animales aparentemente mucho menos inteligentes, si antes se les da el entrenamiento oportuno[cita requerida].

En este campo es destacable la prueba del espejo diseñada por Gordon G. Gallup, en la que la piel de un animal se marca con un colorante que no se perciba, en un lugar de su cuerpo al que no tiene acceso visual, mientras está dormido o sedado y después se le permite ver su reflejo en un espejo.

Se sabe que los elefantes realizan aritmética simple[24]​ y los monos Rhesus saben contar.

Varios experimentos realizados a principios del siglo XX no pueden conciliarse fácilmente con la creencia de que algunas especies animales son inteligentes, perspicaces o poseen teoría de la mente.

Por ejemplo, colocó a los chimpancés en una situación en la que solo podían obtener plátanos quitando una caja.

El chimpancé, observó Köhler, “tiene dificultades especiales para resolver tales problemas; a menudo recurre a una situación con las herramientas más extrañas y distantes, y adopta los métodos más peculiares, en lugar de eliminar un obstáculo simple que podría desplazarse con perfecta facilidad ".

Chimpancé usando un palo para conseguir comida .
Uso de herramientas de piedra por macacos cangrejeros ( Macaca fascicularis ) en el parque nacional Laem Son en Tailandia .